Hola viajeros, hoy quiero compartir con ustedes mi experiencia de 15 días en Japón por libre. Creo que es interesante hablar de este tema porque viajar por Japón de forma independiente te permite tener una mayor flexibilidad para descubrir el país a tu propio ritmo, explorando a fondo cada lugar y sumergiéndote en la cultura japonesa de una manera más auténtica. Ahora, les contaré mi itinerario detallado, los lugares que visité, las experiencias que viví y algunos consejos que pueden ser útiles si están planeando un viaje similar. Así que, prepárense para sumergirse en 15 días inolvidables en Japón.
Antes de iniciar mi aventura, me aseguré de tener todos los preparativos necesarios. Obtener la Japan Rail Pass fue una de mis prioridades, ya que me permitiría usar la extensa red de trenes del país de manera ilimitada durante dos semanas. Además, busqué alojamiento en cada una de las ciudades que planeaba visitar, reservando hoteles céntricos que facilitarían mi movilidad. También investigué sobre la cultura japonesa, las normas de etiqueta y algunas frases básicas en japonés que podrían ser útiles durante mi estancia. Una vez que tuve todo listo, era el momento de emprender mi viaje.
Día 1: Llegada a Japón. Traslado a Kioto
Después de un largo vuelo, finalmente llegué al aeropuerto de Kansai, en Osaka. Desde allí, tomé un tren directo a Kioto, la antigua capital de Japón, que sería mi primera parada. Al llegar, dejé mi equipaje en el hotel y salí a explorar la ciudad. Me dirigí al Templo Kinkaku-ji, también conocido como el Pabellón Dorado, un impresionante templo cubierto de láminas de oro. El contraste entre el brillo del templo y el tranquilo estanque que lo rodea creaba una atmósfera mágica. Después, paseé por el distrito de Gion, conocido por sus tradicionales casas de té y la presencia de geishas. Fue el inicio perfecto para mi viaje.
Durante los siguientes días, me sumergí en la rica historia y cultura de Kioto. Visité templos emblemáticos como el Kiyomizu-dera, con su impresionante estructura de madera y hermosas vistas de la ciudad, y el Fushimi Inari Taisha, conocido por sus interminables filas de torii rojos. También tuve la oportunidad de participar en una ceremonia del té y de pasear en kimono por el histórico distrito de Higashiyama. Cada rincón de Kioto irradiaba belleza y tradición, y me sentí fascinado por la atmósfera única de la ciudad.
Día 3: Nara
Desde Kioto, realicé una excursión de un día a Nara, una ciudad que alberga algunos de los monumentos más antiguos de Japón. Allí, tuve un encuentro inolvidable con los ciervos que deambulan libremente por el Parque Nara. Visité el Gran Buda de Nara en el Templo Todai-ji, una imponente estatua de bronce que inspiraba asombro por su tamaño y detalle. Además, exploré los hermosos jardines del Templo Isuien y disfruté de la serenidad que caracteriza a esta ciudad. Sin duda, Nara me dejó maravillado con su patrimonio cultural.
Después de disfrutar de unos días en Kioto, me dirigí a Hiroshima en tren bala. La ciudad, tristemente famosa por ser el lugar donde ocurrió el primer bombardeo atómico, hoy en día es un símbolo de paz y resiliencia. Visité el Parque Conmemorativo de la Paz de Hiroshima, donde se encuentra el Museo Memorial de la Paz, una experiencia emotiva que me permitió reflexionar sobre la tragedia nuclear y la importancia de trabajar por un mundo libre de armas nucleares.
Día 5: Hiroshima
En mi segundo día en Hiroshima, decidí explorar la isla de Miyajima, famosa por su torii flotante en el agua, que es uno de los símbolos más icónicos de Japón. Después de un corto viaje en ferry, llegué a la isla y me encontré con ciervos amigables, templos pintorescos y hermosos senderos naturales. La vista del Gran Torii de Itsukushima al atardecer fue realmente impresionante, y es un recuerdo que atesoraré para siempre.
Desde Hiroshima, me dirigí hacia el norte de Japón, a la encantadora ciudad de Takayama. Rodeada de montañas, Takayama es conocida por sus calles empedradas y sus casas tradicionales de madera. Me sumergí en la atmósfera nostálgica de la ciudad, visitando el barrio de Sanmachi Suji, donde se conservan antiguas casas de comerciantes. Además, probé delicias locales en el mercado matutino y aprendí sobre la artesanía del festival de Takayama en el museo dedicado a este evento anual.
Día 7: Shirakawago
Muy cerca de Takayama se encuentra Shirakawago, un pueblo declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, famoso por sus tradicionales casas de estilo gassho-zukuri. Estas casas de techo inclinado, diseñadas para soportar las intensas nevadas de la región, crean un paisaje de cuento de hadas, especialmente cuando están cubiertas de nieve. Recorrí las calles del pueblo, visité el museo folclórico al aire libre y disfruté de las vistas panorámicas desde el mirador Ogimachi. Shirakawago me transportó a otra época y lugar, y fue uno de los puntos destacados de mi viaje.
Mi siguiente parada fue Kanazawa, una ciudad que combina a la perfección lo tradicional y lo moderno. Exploré el famoso Jardín Kenrokuen, considerado uno de los jardines más hermosos de Japón, y visité el distrito de samuráis de Nagamachi, donde pude adentrarme en la historia de los guerreros japoneses. Además, paseé por el mercado de Omicho, degustando mariscos frescos y explorando la animada vida local. Kanazawa me sorprendió con su elegancia y su rica herencia cultural.
Día 9: Tokio: Ginza
Llegó el momento de dirigirme a la bulliciosa Tokio, la vibrante capital de Japón. En mi primer día, exploré el distrito de Ginza, conocido por ser un paraíso para las compras y la gastronomía. Recorrí las elegantes avenidas, visité tiendas de renombre, como la mítica tienda de electrónicos de Ginza, y disfruté de una exquisita cena en uno de los exclusivos restaurantes de la zona. El contraste entre la serenidad de Kioto y la energía frenética de Tokio fue fascinante.
Al día siguiente, me dirigí a Asakusa, donde se encuentra el famoso Templo Senso-ji, el templo más antiguo de Tokio. Me sumergí en la atmósfera espiritual del lugar, exploré sus coloridos puestos callejeros y probé delicias tradicionales como el melón pan y el taiyaki. Por la tarde, me adentré en el moderno distrito de Shibuya, donde presencié el icónico cruce de Shibuya, una experiencia que realmente captura la esencia de la vida urbana en Tokio.